sábado

No es una despedida, ni siquiera un adiós.

+Escucha, debo decirte una cosa...
-Dime, sin rodeos.
+Siempre he tenido miedo a perderte, de que te fueras de mi lado sin una explicación o sin un por qué, pero ahora el que se debe ir de tu lado, soy yo.
-Muy bien, ¿y tú? ¿Me vas a dar el por qué, o la explicación?
+No puedo.
-Jamás has podido hablar, ni si quiera expresarte con claridad. Ni si quiera sé por qué estoy a tu lado nunca me diste razones para hacerlo, jamás me dijiste un te quiero, ni expresaste delante de todos lo que sentías como lo hacía yo; ¿no puedes? Di mejor que eres estúpido.
+Me consideras estúpido y te entiendo, pero me juzgas sin saber nada. Nunca he podido hacer nada como tú dices porque lo que siento es grande, tanto que ni si quiera te lo imaginas. Cuantas veces he querido gritar a los cuatro vientos que algo más que quererte, es que te amo, que eres mía y que un para siempre no es suficiente tiempo. Porque no entiendes que el amor no es solo dar a ver delante de la gente, el amor es cosa de dos no de miles.
-¿Y entonces, si tanto me quieres, por qué te vas?
+Porque tengo miedo de que te canses de mí, de tenerte hoy y perderte mañana, tengo miedo de que esto que siento vaya más allá y se apodere de lo que soy.
-Jamás me vas a perder, porque vayas donde vayas voy a estar a tu lado, cueste lo que cueste.
+Te amo, no sabes cuanto.

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