sábado

El que no quiso cuando pudo, no podrá cuando quiera.

A ti lo que te mata es saber que él la puede tocar cuando quiera, que puede llamarla en cualquier momento y decirle "Quiero verte", llevársela a dar un paseo, y besarla en cualquier lugar. Te mata saber que él puede estar en este mismo instante pronunciando su nombre con un sentimiento de posesión que tú no puedes tener, porque no es tuya. Te mata saber que es su cama la que calienta por las noches. Te torturas imaginando sus manos sobre el cuerpo de ella, adorándola, porque puede hacerlo cuando le dé la gana. Y despertarse a su lado y mirarla a la cara, verla dormir tranquilamente y luego abrir los ojos despacio cuando le susurra que la quiere y ella contesta "Yo también, amor".
Te mata saber que tú no puedes hacer nada de eso.
Él no tiene que ir con miedo, con prudencia, pidiendo permiso a nadie, esperando que la respuesta sea un sí, no un no. No se pasa los días esperando el fatídico momento en que ella diga "Se acabó".
A ti lo que te mata es saber que fue tu elección, que tuviste la oportunidad de ser él, y elegiste no serlo. Que, cuando ella te eligió a ti, tu huíste como un cobarde. Te mata saber que fuiste tú el que la arrojó a sus brazos y por eso ahora te estás muriendo. Era un suicidio, ¿cómo no supiste verlo?

Ahora sabes como duele quedarse sólo.

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