Dicen que cuando estás a punto de perder a alguien que te importa o de perderte a ti mismo, ves pasar toda tu vida por delante.
No es cierto.
Ves pasar aquello por lo que has luchado, aquello que verdaderamente has perseguido hasta conseguir, lo que verdaderamente te importa, lo que verdaderamente quieres y amas. Hay personas que con sólo poner un pie en tu vida, te marcan para siempre. Personas como él.
No te das cuenta de lo que tienes, de lo que tienes que valorar verdaderamente hasta que estás a punto de perderlo. Y ahí es cuando sabes que la vida es justa, si no valoras lo que te da, te lo quita.
Nos planteamos el tener más cuidado de ese momento en adelante, pero no tienes que llevar cuidado, lo que tienes que hacer es darte cuenta de que las personas no son objetos. Son algo más que muñecos, tienen sentimientos, y gracias a él yo aprendí mucho. Me enseñó que la sinceridad es algo primordial, y que los errores son cometibles a todas horas del día, incluso cuando no quieres. Me hizo ver que la inmadurez no es cosa del otro mundo, nadie llega a ser maduro nunca. Sólo dejamos atrás una etapa de infancia.
Con él he aprendido que la vida no es color de rosa, pero tampoco lo es de gris. No tiene por qué, hay miles de colores y cada uno pinta su vida, como más le guste.
Sé que nadie es perfecto, pero él si lo es. Sus defectos son virtudes, y sus virtudes, la total perfección. Sabe que por él recorrería el mundo, tropezándome con cualquier piedra en el camino, para llegar a donde esté. No me importa quien se interponga.
Sabe que no me puedo enfadar con él, por mucho que quisiera sólo sé quererle. Sabe que mi vida es suya, y que en el momento en que me la tengan que quitar, su imagen será la primera que pase por mi cabeza y me haga ver que mi vida, ha sido preciosamente perfecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario