viernes

Somos perfectos; a nuestra manera.

Alta o baja. Gorda, flaca o rellenita. Pelo rizado o liso. Ojos azules, marrones o verdes. Nariz grande o pequeña. Sonrisa bonita o fea. Labios carnosos o finos. Boca con o sin aparatos. Brazos largos o cortos. Tetona o plana como una tabla de planchar. Piernas como las de una avestruz o paticorta. Pie del tamaño del de un jugador de baloncesto o del tamaño del dedo de una mano. ¿A caso no se dan cuenta de que no importa ninguno de estos detalles? Te hacen diferente del resto por fuera, y marcan tu vida con alguna que otra burla de algún gilipollas que se cree perfecto. Todos buscamos la perfección, todos queremos llegar a ser esa persona que no tiene ningún fallo, que es igual de hermosa por fuera y por dentro. Y no nos damos cuenta de que todos somos así. No importa como seas por fuera. Ni como te vean los demás. Importa como te veas tú, que tú sepas que eres perfecta tal y como eres. Porque cada uno de tus errores, de tus defectos, de tus contras, te hacen imperfecta. Y para quien no lo sepa, es mucho mejor ser imperfecta y poder equivocarte; que ser perfecta y tener que mirar hacia abajo cada momento para no tropezar. No importa si eres de aquí, de China o de Roma, pues todos reímos y sufrimos en el mismo idioma.

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