Antes creía que lo mejor era intentar olvidar, desconocer del pasado que había vivido porque las huellas que había marcado no eran del todo perfectas, hacer que las bocas de mi alrededor callaran, que no dijeran nada de lo que fui por pura sensación de salir perdiendo. Y ahora la única que pierde es esa sensación.
Ya no me importa si olvido o recuerdo, porque las dos cosas van juntas y nunca se puede escapar de lo que fuiste una vez, eso siempre te persigue, y al fin y al cabo te acabas acostumbrando a sentir el aliento del pasado en el cuello. Me da igual lo que desconozco o conozco, acabo ignorando todo y me canso rápido de las situaciones, sí lo sé soy una hipócrita, pero nadie es perfecto y cuando alguien lo sea, ése podrá criticarme, mientras tanto mas vale que calléis si no queréis ser callados. Nunca he dejado unas huellas perfectas, pero lo perfecto aburre, y lo imperfecto atrae. Ahora las bocas nunca callan, siempre hablan e insinúan tantas cosas que no me da tiempo a reírme de todas, total no importa lo que hablen de mi, si no que yo sepa quien soy. Ya no hay malas sensaciones, ahora sólo queda el destino, y estoy dispuesta a mostrarle mis dientes e hincarle un gran bocado.
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