Es fácil querer ignorar el adiós, tan fácil que ni siquiera hay que hacerlo existir.
He olvidado tantas cosas, incluso como era el sabor de tus labios. Hoy tan solo me veo riendo alrededor de gente que conmigo no encaja, quizá porque el camino entre nosotros ya se separó.
Me he dado cuenta de que sólo quiero ignorar al pasado, no escucharle, no hacerle caso.
Han pasado los días desde aquel 25, y ya no hay corazones rotos, ni pedazos que recoger del suelo, ya no estás tú, ya no te quiero yo. Sé que olvidar a una persona es la forma de querer recordarlo para siempre, y yo no te quiero olvidar, ni si quiera recordarte. Sé que fuiste el mayor de mis errores y que los errores nos enseñan a no tropezar dos veces con la misma piedra. Esto no es una despedida, ni una reclamación por nada, sé que los momentos que vivimos quedarán marcados y que las huellas no se borran, al menos éstas no. No era más que un juego, dos niños que nos divertíamos lanzando un balón de sentimientos al aire; un balón que por no ser cuidadosos cayó al suelo y estalló. En este juego de dos, ya sólo juega un corazón, y no es el mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario