viernes

En el interior, siempre seremos niños.

Desde que nacemos saben nuestro sexo, cuántos dedos tenemos en las manos y cuántos en los pies; saben qué somos, pero no cómo somos.
Poco a poco vamos creciendo. Vemos un mundo lleno de risas, bromas, y unos cuantos golpes por meternos donde no se nos llama.
Sin darnos cuenta vamos dejando la infancia atrás. Crecemos, y vemos que los golpes no eran por meternos donde no nos llamaban: si no porque la vida necesita enseñar, y nosotros necesitamos aprender.

Pero entonces, te das cuenta de que ya has crecido. Que la vida te ha enseñado, y que has aprendido. Y es en ese momento, justo en ese momento: cuando te percatas de que quieres volver el tiempo atrás. Que no quieres saber de responsabilidades ni deberes, tan solo de risas y travesuras que se pagaban con 5 minutos mirando una pared. Es en ese momento, cuando aprendes que no somos más que niños inflados por la edad. Pequeños que deseaban ser mayores. Mayores que ahora desean ser pequeños.

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