Y me pregunto: ¿Cómo puede pasar el tiempo tan rápido y yo no darme cuenta de que no te puedo olvidar? Le doy vueltas al asunto. La almohada no me ayuda, y la noche... Aún quedan seis horas para que amanezca, se me hará eterno pensar en ti durante seis horas seguidas, y no poder si quiera: sentir tu respiración.
A veces no me explico cómo puedo aguantar tanto, cómo ésto no se me hace un maldito infierno sin ti. Tu recuerdo me cruza tantas veces la cabeza... Mi corazón sabe que me encanta tu sonrisa, y no para de proyectar esa imagen en mí. Eres la enfermedad que más daño hace, y la cura que más me alivia; al mismo tiempo. Contigo muero, sin ti también. Pero puesta a elegir, prefiero morir contigo a verme un solo segundo sin ti. Sin quererte a cada momento, sin besarte una y otra vez y querer hacerlo una vez más, sin abrazarte y que provoques en mí la sensación de rechazar la opción de soltarte en algún momento. Quiero llevarte a París. Vivir las mejores noches de nuestra vida y disfrutar de cada una de las horas del día: durmiendo abrazados en la cama donde estarán escritas nuestras mayores aventuras, donde acariciaré el terciopelo que cubrirá cada uno de nuestros secretos, donde seremos uno sin importar: hora ni momento. Subiremos a la Torre Eiffel, y así veremos: que nuestro amor está en lo más alto, y que la estructura que lo sostiene; es irrompible, inoxidable, e indestructible.
Excuse moi, Je t'aime.
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