sábado

Todos sufrimos por ilusionarnos, pero todos necesitamos crearnos ilusiones.

Todos tenemos nuestras ilusiones, salvo los monjes retirados en lo alto de un monte o los poetas que han dejado su tintero seco. Todos tenemos alguna que otra esperanza. Es más, no es que las tengamos: es que las necesitamos. Alimentan nuestros sueños y nuestras vidas como una bebida energética con dosis extra de cafeína. Como ese pequeño éxtasis que sientes la primera vez que fumas, o bebes. Como esa pequeña escalada a la cumbre del placer cuando alcanzas un orgasmo. Al fin y al cabo, todos tenemos ilusiones, todos esperamos algo: que le dé sentido a todo.

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