Pensé que me costaría acostumbrarme a tu ausencia, que te sentiría presente en todo momento aunque no estuviéramos el uno a lado del otro, y que mi vida sería un vacío cerrado con llave del cual no podría escapar.
A día de hoy, he tirado mi diario a la basura; todos esos momentos vividos juntos que escribí y guardé en hojas de papel, ya no existen; he borrado tu número de teléfono, he roto por la mitad todas y cada una de las que eran nuestras fotografías, ya no queda nada con lo que te pueda recordar, y tu imagen aquella que guardaba en mi memoria para nunca olvidar, se desvanece a una velocidad increíble. Quizá todo esto sucediera porque me di cuenta de que no tenía sentido seguir recordando a alguien que ya no sientes tuyo, o porque descubrí que al fin y al cabo todo termina, nada es eterno; ni si quiera el amor.
Fuiste falso, patraña tras patraña, mentira tras mentira me di cuenta de que no teníamos nada que ver, tu forma de ver las cosas no encajaba en mi mundo. Desde la última vez, ha pasado suficiente tiempo como para no guardarte tanto rencor, y de ti no queda rastro en mi vida; y sin embargo cuando ya te he olvidado, apareces de nuevo. Déjame decirte algo guapo: ni el amor es eterno, ni la pena dura toda la vida; ayer estuviste, hoy ya no. La vida no dura eternamente, y yo ya he sufrido bastante por tus boberías, hoy me toca ser feliz, sonreír y hacerte ver que eres más imbécil de lo que pensaba. Ya ves chaval, no sabes lo que has tenido, hasta que lo has perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario