Era el cuento perfecto, el cielo celeste más despejado de todos, la melodía adecuada, pero el príncipe equivocado.
Me equivoqué al creer tus palabras, aquellas que hicieron de mí una persona que ni si quiera yo, llegué a imaginar. Aturdiste mi mente y no sé cómo, mi corazón; hiciste que simples palabras movieran mis sentimientos, y que al fin y al cabo me enamorara de la persona equivocada.
Me doy cuenta que no sirvió de nada escaparme de mi habitación aquellas noches; sólo para estar contigo a pesar de lo que dijeran los que en aquel entonces, eran los peores padres de todos; no sirvió de nada el volver a casa al sonar las doce campanadas para no ser pillada, porque al fin y al cabo perdí mis zapatos de cristal, mi carroza en forma de calabaza, la inocencia que tus mentiras me arrebataron, pero lo que más me dolió; fue el darme cuenta de que me había convertido en una cenicienta absurda, que vivía una pesadilla, en vez de un cuento, y una realidad, en vez de una inalcanzable fantasía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario