-¿En serio acabó?
+¿Perdón? No hables como si fuera cosa de los dos. No acabó, lo acabaste tú.
-Supongo, pero todo acabó. Aquí no tiene que ver quién tuviera la culpa sino el por qué de que todo terminase. Eso es lo que importa.
+No te importa. Si te hubiese importado algo, no hubieras acabado con todo...
-¿Y por qué no lo intentamos de nuevo? Quizá...
+¿De verdad piensas que soy tan tonta? Mientras yo intentaba construir todo esto, tú tan solo te hacías tus propias cosas, jamás pensaste en los dos, ni en mí, para ti solo existes tú. Quizá como tú dices, sí claro, quizá me vuelvas a romper el corazón de nuevo. Estoy harta de oír y repetir siempre la misma historia. La misma mierda con diferente chico. Estoy harta repararme una y otra vez el corazón. Cada vez me duele más, y sí; el tiempo cura las heridas, pero el dolor sigue ahí. Esta chica que ves aquí se cansó de sufrir hace ya mucho tiempo y me prometí a mi misma, que ya no más. Así que si quieres intentarlo de nuevo, vale. Sal ahí afuera y busca a otra estúpida como yo que te crea esos te quiero, que piense que está besando a un príncipe que no es más que un sapo. Vamos, adelante. Inténtalo de nuevo.
-Quiero intentarlo, pero contigo.
+Eso es imposible. Ya yo no repito, hace mucho tiempo que dejé las natillas de lado. Así que, sí, esto se acabó. Pero vamos, mírate, estás feliz. No puedes engañarme.
-Vamos, esto parece un juego de niños. Los dos sabemos que nos queremos, y que nos hacemos daño.
+Tienes razón, es un juego de niños. Pero empieza por darte cuenta de que el único niño que hay aquí eres tú, y que como un niño, deberías empezar a llorar: porque se te acabó el juego.
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