martes
Without you.
Han pasado ya dos días, dos días desde que me dijo adiós. Y yo sigo aquí, sentada en el mismo sitio, pensando en las mismas cosas, sintiendo como mi corazón va dejando de latir poco a poco. Es mentira eso de que el amor entra con cantos y se va con llantos; yo sigo llorando, y lo que siento aún sigue conmigo. Recuerdo aquel día juntos, un día que jamás en la vida voy a olvidar. Todo era perfecto. Me sacaba sonrisas, me hacía reír, estaba en todos sitios, menos con los pies en la tierra. En ese día hubo un momento en el que me di cuenta de que era él y no otro, un momento que cambió nuestros estados de ánimo; pero que me hizo ver que lo difícil de querer no son las discusiones, si no ver como el otro está mal, tú te sientes igual, y no sabes qué hacer para arreglarlo. Aún así, con sus pros y sus contras, fue el mejor día de mi vida. Hay ocasiones en la vida, en las que nos planteamos si verdaderamente querer trae algo bueno, y sí, lo trae. En mi caso está él. Jamás pensé que volvería a querer, o por lo menos querer como ahora lo hago. Si hay algo de lo que no me arrepiento ni me arrepentiré nunca, es de haber sentido que moría entre sus labios y su abrazo. Pero si la distancia hace el olvido, dime; ¿por qué es que te siento aquí? Conmigo...
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