No sabemos cuáles son los mejores días de nuestra vida, hasta que los vivimos. Es ahí cuando nos damos cuenta de que esos días, son tan importantes como los demás. El mejor día de mi vida fue cuando lo conocí, y desde ahí para mí cada día cuenta, cada día es importante, y cada uno más que el anterior. Desde entonces me recuerdo a mi misma siempre, que cada caída, cada bache, cada momento de tristeza que vivo, es tan solo un mal segundo de maravillosas 24 horas que pasaré a su lado sonriendo. Hasta ahora no me había dado cuenta de lo que era el paso del tiempo, porque no transcurre ni un segundo en el que no piense en su forma de sonreír, en cómo se toca una y otra vez el pelo o en cómo sus ojos se empequeñecen cuando sus carcajadas le dejan sin respiración. Quizá una no se da cuenta de lo que hace el paso del tiempo hasta que sabe que lo comparte. Hasta que sabe que daría incluso su último segundo de vida, por estar a su lado. Por quererle más que ayer, pero menos que mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario