El papel, no es el único testigo de lo que prometemos; aunque éste no se agote, no se desgaste, y permanezca al tacto. Dicen que es mejor dar las cosas por escrito, porque las palabras: se las lleva el viento. ¿Pero qué tiene un papel de especial? ¿Qué cambia? Una racha de viento, echa a volar el papel como un día pudo echar a volar trescientas palabras. Lo dicho queda dicho, al igual que lo escrito queda visto. Parece incluso estúpido, que nos haga falta un insignificante folio para que lo que sentimos o pensamos: no se vaya con el tiempo o con el viento. Habrá momentos de nuestras vidas, en los que nos prometeremos diversas cosas, en los que miles de sensaciones aflorarán como juramentos... Y quizá, en esos momentos: no tengamos a mano un papel para escribirlo y solo nos queden las palabras y el consuelo de que nuestro corazón, lo guarde todo. O tal vez, éste también se olvide...
Pero me bastará mirarte a la cara y saber que no nos hizo falta un papel, para cumplir aquello que sentimos.
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