Esta vida está hecha de caminos, decisiones que debemos tomar para equivocarnos o librarnos de hacerlo. Decisiones que aparecen de la nada, y de repente: te ves con una encrucijada y miles de salidas a tu alrededor, pero piensas que ninguna es la tuya. La mayoría de las veces, tomamos el camino incorrecto, uno que no te lleva a ninguna parte y que hace que desees volver a donde estabas antes. Y en otras ocasiones, sabemos cuál es el que queremos; cuál es el que deseamos caminar hasta el final y cada paso con más ganas que el anterior. Jamás me quiero volver a parar para pensar que he fallado un millón de veces, jamás quiero volver a verme delante de ninguna decisión errónea. No sabía qué dirección era la mía, qué elección debía hacer para no meter la pata y pedir una y otra vez: "el camino de vuelta"... Pero entonces, apareciste delante de mí y me di cuenta de que da igual qué decisión tomes, qué camino escojas o cuántas veces te equivoques; porque siempre habrá alguien dispuesto a guiarte por el camino correcto, a apoyarte en cualquier momento, y a darte la mano. Incluso, en el camino más largo: la vida.
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