miércoles
Pies sobre la tierra, cabeza sobre los hombros.
"Antes de actuar, piénsalo dos veces". Curioso; ¿no creen? A veces me paro a pensar y me pregunto a mí misma si las personas que una vez nos hicieron daño, pensaron dos veces. Desconozco la respuesta, casi siempre pienso en eso dos segundos y al tercero: mi cerebro me dice que es preferible cambiar de tema. A lo que vamos: hablamos de un daño irreversible, no uno físico ni mucho menos. Ese daño que está escrito o dicho, y que duele más que cualquier bofetón recibido. Las palabras. Letras que en cuanto las ponemos de una determinada forma, dicen algo y si las cambiamos, se refieren a otra cosa. Hablar es barato, pero hacer daño: cuesta un poco más. Aunque por experiencia: no lo suficiente para que un te quiero falso, haga tanto daño a la persona que lo dice como a aquella que lo recibe. Se supone que las palabras que más deben doler son aquellas que no queremos oír, aquellas que deseamos esconder y omitir en boca de todos. Y sin embargo, la estupidez humana o mejor dicho: la ingenuidad, hace que caigamos como moscas en trampas de bonita carcasa y contenido hueco. Un contenido tan negro como inútil. Un contenido que al fin y al cabo: todos queremos oír de ese alguien y quizá esperando tal cosa, la falsedad se adelante y nos rompa por dentro. Es mejor no esperar nada de nadie, y así: nadie te decepcionará. Hay que tener los pies sobre la tierra y la cabeza sobre los hombros. No dependas de nada, las únicas palabras que necesitas para vivir tu vida, ya te las dirás tú misma.
martes
Decisiones.
Esta vida está hecha de caminos, decisiones que debemos tomar para equivocarnos o librarnos de hacerlo. Decisiones que aparecen de la nada, y de repente: te ves con una encrucijada y miles de salidas a tu alrededor, pero piensas que ninguna es la tuya. La mayoría de las veces, tomamos el camino incorrecto, uno que no te lleva a ninguna parte y que hace que desees volver a donde estabas antes. Y en otras ocasiones, sabemos cuál es el que queremos; cuál es el que deseamos caminar hasta el final y cada paso con más ganas que el anterior. Jamás me quiero volver a parar para pensar que he fallado un millón de veces, jamás quiero volver a verme delante de ninguna decisión errónea. No sabía qué dirección era la mía, qué elección debía hacer para no meter la pata y pedir una y otra vez: "el camino de vuelta"... Pero entonces, apareciste delante de mí y me di cuenta de que da igual qué decisión tomes, qué camino escojas o cuántas veces te equivoques; porque siempre habrá alguien dispuesto a guiarte por el camino correcto, a apoyarte en cualquier momento, y a darte la mano. Incluso, en el camino más largo: la vida.
Contratos verbales.
El papel, no es el único testigo de lo que prometemos; aunque éste no se agote, no se desgaste, y permanezca al tacto. Dicen que es mejor dar las cosas por escrito, porque las palabras: se las lleva el viento. ¿Pero qué tiene un papel de especial? ¿Qué cambia? Una racha de viento, echa a volar el papel como un día pudo echar a volar trescientas palabras. Lo dicho queda dicho, al igual que lo escrito queda visto. Parece incluso estúpido, que nos haga falta un insignificante folio para que lo que sentimos o pensamos: no se vaya con el tiempo o con el viento. Habrá momentos de nuestras vidas, en los que nos prometeremos diversas cosas, en los que miles de sensaciones aflorarán como juramentos... Y quizá, en esos momentos: no tengamos a mano un papel para escribirlo y solo nos queden las palabras y el consuelo de que nuestro corazón, lo guarde todo. O tal vez, éste también se olvide...
Pero me bastará mirarte a la cara y saber que no nos hizo falta un papel, para cumplir aquello que sentimos.
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